El anuncio de la llegada del metaverso por parte de Meta (la antigua Facebook) y las ventajas que promete brindar está originando que muchas personas y grandes empresas apuesten por los mundos virtuales. Miles de usuarios se han dado de alta en las diferentes plataformas que ofrecen un acercamiento al metaverso e, incluso, Snoop Dogg, Ubisoft o Nike ya tienen presencia en el entorno digital.
En estos espacios digitales se pretende que las personas puedan encontrarse, comunicarse e interactuar entre ellas a través de avatares personalizados. Asimismo, posibilitan la exploración de distintas áreas, la creación de diferentes contenidos o la compra de bienes e inmuebles. Y es que, al igual que en el mundo físico, los individuos y las compañías pueden adquirir y vender diferentes activos, operación cada vez está más de moda como vemos constantemente en los medios.
Actualmente existen diversos mundos virtuales que se refieren a sí mismos como metaversos, de los cuales destacan dos: Decentraland y The Sandbox. Ambas plataformas están totalmente descentralizadas, es decir, el control de las mismas recae sobre la comunidad sin la intervención de una corporación centralizada. Así, están construidas sobre la cadena de bloques (blockchain) de Ethereum, que permite la transmisión de datos de manera privada y sin intermediarios.
Ambos portales son los más distinguidos porque cuentan con una infraestructura bien establecida y con propietarios e inquilinos reconocidos, como celebridades y grandes marcas que aportan legitimidad. Estas son algunas de sus características:
Decentraland es un portal en el que los usuarios participan en la construcción y personalización de un mundo tridimensional con el objetivo de establecer una comunidad. La propiedad virtual se basa en los NFT (token no fungible), que son activos únicos e inalterables y que se pueden comprar por medio de su criptomoneda MANA.
Por su parte, The Sandbox es una plataforma play to earn que también se basa en la colaboración en un mundo 3D utilizando los NFT. En él, se pueden crear y personalizar los avatares, bienes o juegos con herramientas de diseño gratuitas. Su token propio, SAND, se utiliza como base de todas las transacciones e interacciones del juego.
En cuanto a los terrenos, cuya propiedad es una pieza clave en estos mundos virtuales, Decentraland tiene una limitación de 90.601 parcelas frente a las 166.464 de Sandbox, y ya son miles de personas las que han obtenido parte de esas tierras.
¿Por qué y cómo comprar tierras en el mundo virtual?
Las empresas y personas están comprando terrenos virtuales por muchas razones y, entre ellas, tratar de obtener beneficios económicos. De la misma forma que en la vida real, el valor de cada parcela depende de su localización: si es un lugar por el que transitan muchas personas, el precio será más elevado que si es una zona por la que no suele haber movimiento. Por ello, los inversores buscan aquellos terrenos que les permitan tener la atención de la gente, para generar así más beneficios.
Otra razón por la que se invierte en estos terrenos es para especular y venderlos después de un tiempo por un precio mayor. En vez de monetizar el terreno haciendo eventos, insertando postes publicitarios o alquilando la tierra a otros usuarios, algunos especulan con el valor de la parcela para intentar venderla por un coste mucho más elevado de lo que valía al principio.
Normalmente, la adquisición de los terrenos virtuales se realiza a través de transacciones con NFT o criptomonedas, que pueden ser Ethereum, SAND (la moneda de The Sandbox) o MANA (la moneda de Decentraland), entre otras. Las transacciones se pueden realizar directamente desde las propias plataformas, para lo que se necesita una cuenta en el mundo virtual elegido, NFT o criptomonedas de ese mundo y una billetera digital donde se guarda la divisa y se registra la propiedad del terreno.
Riesgos
La mayoría de los inversores que especulan sobre el futuro de estas plataformas, lo hacen pensando que gran parte de la población migrará al metaverso en el futuro y, por tanto, ven la compra de propiedades como una oportunidad de negocio a largo plazo. Si bien ahora mismo la oferta de parcelas es limitada para impulsar su valor y que vaya en aumento a medida que crece el deseo de invertir en ellas, hay que mencionar que, al ser virtuales, se podría ampliar la cantidad si la demanda lo exigiese. Y cuanta más cantidad haya, menor valor tendrá.
Las elevadas cifras que cuestan actualmente algunos de estos terrenos digitales podrían hacer pensar en la burbuja inmobiliaria de 2008, pero esta vez con activos que solo existen en la red. En esta línea, expertos y autoridades advierten que este nuevo interés en las inversiones online puede inflar el valor de algo que no lo tiene, o al menos no en esa magnitud, y dar lugar a una nueva crisis.
Cabe recordar que la compra de criptomonedas, NFT o tierras virtuales es una inversión de alto riesgo debido a la volatibilidad que les caracteriza. Es precisamente esta misma volatibilidad la que permite que el valor de una propiedad aumente o disminuya de manera considerable en muy poco tiempo.
Del mismo modo, otro de los peligros es la actitud predispuesta a invertir de personas inexpertas o jóvenes sin conocimientos sobre el tema en busca de «pelotazos». Existen ya numerosos ejemplos en los que una persona ha arriesgado sus ahorros para conseguir multiplicar sus beneficios y el resultado ha sido el contrario, llegando incluso a perder todo el dinero. Además, el aliciente de “ganar dinero fácil” también ha provocado el incremento de las estafas.
Conclusiones
La aparición de nuevos mundos virtuales que anticipan la llegada del Metaverso trae consigo numerosas oportunidades para los usuarios. Tecnologías basadas en la blockchain permiten el acceso a nuevas fuentes de riqueza a usuarios de todo el mundo, que ahora pueden intercambiar bienes sin depender de entidades centralizadas.
No obstante, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y serán los propios usuarios los que tendrán que adquirir progresivamente los conocimientos necesarios para poder sacar todo el provecho que este sector ofrece.