Desde hace aproximadamente un año, el equipo de Isostopy se ha embarcado en un apasionante proyecto llamado Legado, un viaje en el tiempo para conocer, por medio de la realidad aumentada y la tecnología web 3D, el patrimonio, la historia y el legado de España en el Pacífico.

Pronto dedicaremos una entrada para contar en detalle este trabajo, que recorre lugares tan emblemáticos en nuestra historia como Guam, Baler o Manila, pero antes vamos a hablar del papel que juegan las tecnologías inmersivas en el conocimiento y la difusión del patrimonio o la historia.

El patrimonio cultural es una parte invaluable de la identidad humana. Desde antiguos monumentos hasta obras de arte contemporáneas, es una fuente de conexión con el pasado y una inspiración para el futuro. Sin embargo, la preservación y la difusión de este patrimonio siempre contemplan desafíos en un mundo en constante cambio. Aquí es donde entran en juego la realidad virtual y la realidad aumentada, tecnologías innovadoras que están revolucionando la forma en que interactuamos con nuestro pasado y nuestro presente cultural.

La realidad virtual nos sumerge en mundos digitales completamente nuevos, mientras que la realidad aumentada superpone elementos virtuales en el mundo real. Ambas tecnologías tienen un potencial enorme en el ámbito de la conservación y la difusión del patrimonio, pero ¿ cuál es su verdadero impacto?

Uno de los mayores beneficios de la tecnología inmersiva es su capacidad para recrear entornos históricos con un nivel de detalle impresionante. Imagina caminar por las calles de la antigua Roma, explorar las pirámides de Egipto o admirar las pinturas de un yacimiento arqueológico, todo desde la comodidad de tu casa. Estas experiencias permiten a las personas de todo el mundo acceder a lugares y objetos que de otra manera estarían fuera de su alcance.

Pero no solo es en el plano turístico donde estas tecnologías aportan valor;  también pueden desempeñar un papel crucial en la conservación del patrimonio. Al crear modelos digitales precisos de edificios, bienes muebles o artes decorativas, los conservadores pueden estudiar y preservar estos objetos sin poner en riesgo su integridad física. Esto es especialmente útil en el caso de objetos frágiles o sitios arqueológicos que son susceptibles al deterioro.

Pero la utilidad de la realidad extendida no se limita a la conservación; también tienen un gran potencial en la difusión cultural. Las aplicaciones educativas pueden transportar a los estudiantes a diferentes épocas y lugares, brindándoles una experiencia de aprendizaje inmersiva que va más allá de los libros de texto. Esto no solo hace que el aprendizaje sea más emocionante y accesible, sino que también ayuda a preservar el conocimiento cultural para las generaciones futuras.

Esto es aplicable también al mundo de la museología y la museografía. Imagina visitar un museo y que, en lugar de limitarte a leer las descripciones de las obras, pudieras ver recreaciones digitales de cómo eran esas obras en su contexto original, o incluso interactuar con ellas. Estas experiencias no solo hacen que la visita sea más atractiva, sino que también fomentan una comprensión más profunda y significativa.

Sin embargo, aunque la tecnología inmersiva ofrece numerosos beneficios, también plantean desafíos y dilemas éticos. Por ejemplo, ¿cómo garantizamos que las recreaciones digitales sean precisas y culturalmente sensibles? En este sentido, uno de los elementos más importantes a la hora de garantizar el rigor de una experiencia de contenido histórico o cultural es el estudio previo y el proceso de documentación durante el modelado.  

Otro desafío es asegurar que la tecnología sea accesible para todos. Si bien la realidad virtual y la realidad aumentada tienen el potencial de democratizar el acceso al patrimonio cultural, también existe el riesgo de crear una brecha digital donde solo aquellos con los recursos necesarios puedan beneficiarse de estas experiencias. Es crucial trabajar para garantizar que estas tecnologías sean accesibles para personas de todos los orígenes y niveles socioeconómicos.

A pesar de estos desafíos, el potencial de la realidad virtual y la realidad aumentada en la conservación y la difusión del patrimonio es innegable. Estas tecnologías nos permiten explorar, aprender y conectar con nuestro pasado de maneras que antes eran inconcebibles. Desde la recreación de sitios antiguos hasta la creación de experiencias educativas inmersivas, la realidad extendida está transformando la forma en que interactuamos con nuestro patrimonio cultural, asegurando que nuestra herencia perduren para las generaciones venideras.